El último viaje del Orient Express, según Jordan Mechner

Abril de 1914, Robert Carth sube al lujoso Orient Express en intento de escapar de París y dejar atrás su pasado. ¿Qué le espera en el trayecto a Constantinopla?

The Last Express es la obra mas compleja de Jordan Mechner, el famoso creador de las dos entregas originales de Prince of Persia (“Prince of Persia” y “The Shadow and the Flame”). En este proyecto se aparta de los juegos de acción y plataformas para sumergirnos en un mundo de intriga a bordo de la mítica línea Orient Express.

El título que nos ocupa es una de las aventuras gráficas mas conocidas por tener una reputación fantástica entre la crítica y sin embargo haber fracasado estrepitosamente en el mercado. Cuando se lanzó en 1997, este proyecto incluía una gran cantidad de conceptos que se adelantaron a su época: desarrollo no lineal en tiempo en real, personajes de gran riqueza y múltiples posibilidades de giro argumental, que llevan a diversos finales. A día de hoy, estas características son relativamente habituales, premiándose la consecución de objetivos secundarios mediante los sistemas de logros habituales en las últimas generaciones de sistemas de videojuegos. Gracias a esto, la Edición Gold lanzada por DotEmu está realizando un papel bastante mas satisfactorio que la versión original.

La acción se sitúa en un lujoso tren de la famosa línea Orient Express durante abril de 1914, a pocos días de que estalle la Primera Guerra Mundial. Robert Carth, un médico americano, se dispone a realizar el trayecto desde París a Constantinopla (actualmente Estambul), en compañía de su amigo Tyler Whitney. Nuestro protagonista se sube al tren sin billete mientras esquiva a las autoridades francesas, pero en su intento de huida salta de la sartén a las llamas: él y Tyler no son los únicos pasajeros peculiares de esta línea. A bordo del tren hay un total de 30 personajes, cada uno de ellos con sus respectivos intereses: un comerciante de armas, un grupo revolucionarios serbios, un coleccionista de arte, un anciano diplomático, un anarquista ruso, un detective, un eunuco y su harén, una famosa violinista austriaca y muchos mas, que se verán envueltos en una red de traición, política, conspiraciones, romance y asesinato.

The Last Express. Vemos de frente a Robert, un hombre de complexión media con una gabardina verde, que acaba de abrir la puerta de un compartimento del tren. Un hombre con un cuchillo, del que solo vemos su silueta, aparece con aspecto amenazador.

El sistema de juego es un tanto peculiar, puesto que mientras intentamos completar nuestro principal objetivo (llegar vivo a Constantinopla, evidentemente) tendremos que conocer las intenciones de los demás pasajeros, escuchar sus conversaciones a escondidas, escondernos de la policía, colarnos en habitaciones ajenas e incluso desmantelar bombas. Cada acción determinará el curso de la historia pudiéndose llegar a múltiples finales.

La dificultad del juego es indudablemente alta, debido a que en ocasiones una acción tendrá consecuencias inesperadas mucho mas adelante, de ahí que el reloj que se muestra en la pantalla de guardado se convierte en una herramienta fundamental para saber cuando se produce un evento determinado, como la llegada a una estación donde se baja un pasajero o sube otro, de forma que “podamos volver atrás en el tiempo” hasta el momento adecuado, al estilo “Las Arenas del Tiempo”. Claramente el funcionamiento en tiempo real no resulta llevadero para todos los públicos: si la violinista dice que dará un concierto de una hora estará tocando literalmente una hora, y si eres lo suficientemente valiente puedes aguantar en tu asiento todo el concierto. A esto hay que sumarle que se debe invertir una gran cantidad de tiempo con el protagonista sentado escuchando conversaciones ajenas durante las cenas o en la sala de fumadores, donde las “escenas de tensión” son estilo Downton Abbey (…y el lord inglés deja su periódico sobre la mesa mientras dice en un tono muy controlado “cielos, querida, que escándalo”). Eso sí, una vez te metes en la historia es altamente adictivo, porque los guiones de los personajes están muy elaborados, y conocer todos sus secretos requiere mas de una partida. ¿Qué sucede durante el concierto? ¿Y si no vas al concierto, qué hacen los pasajeros que tampoco asisten? ¿O acaso esa no sería una ocasión estupenda para colarte en las habitaciones de los pasajeros que están escuchando las sinfonías de violín y ver qué esconden?

A nivel gráfico la nueva versión resulta correcta, si bien los gráficos rotoscopiados se ven un tanto pasados de moda. Esta técnica consiste en el uso de imágenes reales, que se tratan con dibujos para generar una animación fluida. Si bien durante las escenas de acción con cámara fija se obtiene un resultado muy satisfactorio, durante los desplazamientos de cámara se ven claramente los saltos entre tomas, lo que estropea la ilusión. DotEmu ha realizado una buena adaptación del juego original a sistemas nativos de plataformas actuales, lo que nos evita todos los problemas de configuración habituales de ejecutar los viejos ficheros sobre un emulador y tener los típico problemas de velocidad de reproducción incorrecta. Respecto a la falta de subtítulos en determinadas secuencias (los segmentos donde el conde Orlesky habla en ruso, o la violinista en alemán), resulta coherente no entender lo que dicen porque Robert tampoco los entiende, y eso lleva intentar revisar su equipaje para saber en qué andan metidos, cosa que igual no se intentaría al saber mas de la cuenta.

The Last Express es un proyecto visionario que se convirtió en un monumental clásico de la intriga, pero hay quien no tiene paciencia para pasar un mínimo de 10 horas de tiempo real en una recreación de un tren de época. Quien esté dispuesto a realizar el viaje y supere el obstáculo inicial de entender la mecánica, no quedará decepcionado.