Trolls de patentes

Las patentes se crearon para incentivar la creatividad, pero se han convertido en un negocio que traba la innovación.

Un “troll de patentes” es una persona (o una compañía) que posee los derechos de una patente sobre una idea o palabra, y se dedica hacer uso de ellos demandando a otras empresas con intención de cobrar licencias, pero no fabrica ni desarrolla servicios relacionadas con dicha patente. En general su objetivo son pequeñas empresas que no se pueden permitir pagar los costes un juicio. También los hay con miras mas altas, que se enfrentan contra Apple o HP, pero estas compañías cuentan con muchos mas recursos para enfrentarse a ellos en el escenario legal.

Troll de patentes, una criatura enorme de piel verdosa verde con un maletín y papeles legales más amenazadores que sus colmillos

En muchos casos, los trolls ni siquiera fabrican productos, así que la no les preocupa pérdida de los derechos de producción si perdiesen el caso, si al fin y el cabo no invertían ni un céntimo en ello. Tampoco les importa demandar a los clientes (si, se puede demandar a los clientes además de a la empresa cuyos servicios emplean), porque tampoco tienen clientes. Su negocio se limita exclusivamente a la extorsión.

Al patentarse ideas (en ocasiones ideas muy generales) y no implementaciones de las mismas, se suele estancar el progreso, por lo que suelen ser una muy mala idea. Secuestrar ideas durante 20 años, cuando el ciclo de vida medio de un software actual es de unos 5 años como mucho, es un completo disparate. Esto ha generado toda una plaga en el sector, especialmente desde la aparición del smartphone, de forma que mas de la mitad de los casos legales relacionados con software tienen que ver trolls de patentes. Una patente bastante conocida en ese campo es la Apple con el iPhone, que tanta guerra está dando con su guerra contra Samsung: la patente describe «la forma de un rectángulo con bordes redondeados». Si, patenta una forma, ¿podría ser mas amplia? ¿Y esto en qué ayuda a la innovación?

Una cosa es darle un reconocimiento al autor de la idea, o protegerlo durante un tiempo para desarrollar su producto, y otra colapsar cualquier posibilidad de innovación en un campo de límites difusos durante 20 años. Entre tanto, mientras siga este sistema, supongo que aún nos quedan los triángulos, círculos, trapezoides y rectángulos que no tengan bordes redondeados, o ver dramas absurdos como el intento de patentar la palabra “saga” en el mundo del videojuego, o la aberrante patente de Monsanto sobre el brocoli.